Hacía honor a su nombre, tenía el cuerpo suave y blanco perlado, compuesto por gráciles anillos que se retraían sobre sí mismos, al menor atisbo de miedo, transfo
rmándose en una preciosa perla nacarada que vivía su e
xistencia feliz entre sus padres y hermanos.
.- Papá -dijo cierta mañana arrugado su pequeña frente y dándole un aspecto preocupado, que le hacía todavía mas adorable - ¿ Papi, que haremos si un día somos demasiados y ya no podemos seguir viviendo aquí?.
Su padre le miró orgulloso, ciertamente, era el mas listo de todos los de su familia, le sonrió y procuró tranquilizarle con estas palabras.
.- No te preocupes Perlita, Díos nunca nos abandona, sólo hemos ocupado de este primer cuerpo, la rodilla..., quedan veinte en este lado
y esto no es mas que la primera fila del cementerio.
1 comentario:
Eran bichitos de esos que se comen a los cadáveres. Eso sí que nunca lo hubiera imaginado.
Aunque no últimamente no aparezca por la cocte, no me olvido de ti y de tus textos y poesías, me he aficionada a ellos. Lo que me sucede es que estoy triste, ya sabes...
Esta mañana he conseguido pasar un rato por lda sin ponerme triste. Si mañana tengo tiempo toca la cocte. No sé, porque hay cierto conejito que me produce nostalgia y no lo quiero afrontar.
No me enrrollo más.
Si el trabajo me lo permite mañana te leo en la cocte.
Con un poco de suerte me encontraré con la parte 1 de esta serie.
Besos.
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